sábado, enero 18, 2025

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La vida detrás de la radio [Primera entrega]

Estar en los medios de comunicación es un sueño para muchas personas: las cámaras, los micrófonos, el amor de la gente, la fama, el dinero que se puede ganar… son muchas las motivaciones que hacen ver el trabajo en la televisión y en la radio como un ideal, un ideal que no siempre es como lo pintan. ¡Mi people! Desde hoy quiero contarles todo en esta Columna: “Mi vida detrás de la radio”.

El comienzo de un baile

Quienes me conocen saben que una de las cosas que más amo hacer es bailar… Mover mis pies al compás de la música me libera, me emociona, me hace ser más yo que nunca y eso, sumado a mi nato interés de animar rifas, juegos y espectáculos, creo que fue lo que me impulsó para iniciar este camino.

Desde 2007, cuando estaba en el bachillerato (noveno grado) yo era la primera en levantar la mano cuando se trataba de darle vida a las actividades del colegio: llámese bazar, jean day, acto cívico, día del árbol… mejor dicho, cualquier evento que necesitara de un “payaso” para dirigir la orquesta contaba con mi presencia, aunque a muchos les pareciera ‘jarto’ verme siempre al frente.

Esta sapoactividad me llevaba también a lambonear a las emisoras de Caracol Radio en Barranquilla. Mi tarea por las tardes era mirar cómo hacían radio y de paso ofrecerme para contestar llamadas, sacar fotocopias o buscar tintos, aunque esto implicara pasar horas y horas esperando a que me atendieran y me dieran la entrada así sea unos minutos.

Recuerdo mucho la primera ocasión que pude hablar y acompañar un programa, fue en Los 40 Principales y ¡No dormí de la emoción!, literal, fue grandioso, fue algo mágico, fue el inicio de un sueño que apenas se empezaba a materializar. Por este motivo sufrí bullying en el colegio de casi todo el mundo, excepto unos cuantos que me apoyaron mucho y con ese poquito de confianza me alcanzaba para seguir.

Y en 11 decidí dar un paso más. Contacté al director de Itsa Radio, una emisora comunitaria y le expresé mi deseo de hacer parte de su equipo; él me aceptó pero de inmediato me aclaró que no habría pago, es decir me tocaría “al gratín”. Eso no me importó, mi deseo de estar frente a los micrófonos era mucho mayor por lo que empecé a ahorrar de la merienda con el fin de pagar el pasaje y llegar a hacer lo que desde siempre supe que quería para mí: ser locutora.

Este primer acercamiento sólo me duró 6 meses porque estaba descuidando el colegio y no podía tirarme el último año, así que me retiré y empecé a trabajar como recreacionista. En este trabajo fui más payasa que nunca, tanto que una vez me tocó repartir volantes fuera de un centro comercial durante 3 horas vestida de mamá Noel… nunca olvidaré ese diciembre, así como tampoco olvidaré la vergüenza que sentí y la admiración y respeto que se ganaron todos aquellos que desempeñan está difícil tarea.

Por fin me gradué, ya estaba lista para entrar a la universidad, quien no estaba listo era el bolsillo, mis posibilidades económicas eran pocas para una carrera profesional, pero con la ayuda de mis papás pude iniciar un técnico en Locución en la Academia de Arte y Cultura del Caribe. Ahí, en esa casita que era entonces la academia, mi sueño empezó a tener forma, técnica, sentido y apoyo como el de Robert Moreno quien fue mi profesor y hoy uno de mis mejores amigos y colegas, quien siempre me decía “esto no es fácil, pero tú puedes”.

Otros de mis compañeros de clase ya estaban ejerciendo la profesión y me invitaban a sus programas para que tuviera una experiencia más cercana con la radio. Ahí empecé a conocer diferentes estilos, entre ellos el de Mima Guao, una locutora súper pegada entonces en la ciudad y yo me decía ¡no sé si seré la mejor, pero quiero estar dentro de las mejores de Barranquilla!

¿Quiéres saber cómo continúa y cuándo comencé oficialmente en una emisora?Espera el jueves la 2 parte.

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